Mostrando entradas con la etiqueta Javier G. Semprún. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Javier G. Semprún. Mostrar todas las entradas

y el ser es ley

Hay una historia literaria que nos atraviesa. No sólo porque los nombres nos abarcan y nominan sino también porque nos desvelan y destinan.

Cuando Sofía (ah, los nombres y los números) estaba aún viviendo en el vientre, yo (su padre) comencé a escribir un diario para ella, a modo de carta al milagro de la vida. No es tiempo de concluirla y mucho menos de sacarla a la luz, pero tengo que echar mano de un par de páginas para poder contar los invisibles hilos del destino.

"Lazos invisibles nos ligan al misterio, no sólo porque no conocemos sino porque el destino se teje con nudos infinitos.

Poco antes de que cumplieras tres años, supimos de la existencia de otra Adela, hija de Adela, en Sevilla que nació exactamente el mismo día que tú, el 2 del 3 del 4. Y sin embargo es una reencarnación de tu mamá, con sus limitaciones físicas y su viveza.

A veces podemos teñir los hilos invisibles con historias nuestras y se nos aparecen como nudos de una red. Tu madre los pinta con el testimonio público, como convocando ecos de voces que le hagan de espejo. Yo indago los sentidos escondidos del decir, como oyendo voces antiguas. Y tú lo bailas todo, con ese arte."


Y del 8 del 8 de 2008:

"Son tantos hilos misteriosos que ya no sé cómo se enlazan. Lo que era una carta al milagro de la vida se me ha vuelto en forma de una nueva pregunta, una nueva interrogación a la vida misma.

El hermanito ha venido como convocado por el ángel del misterio. Incluso en dos hospitales -Alcázar, Toledo- pasó desapercibido, hasta negado. Sólo lo que su madre sabe fue más pertinaz que cualquier diagnóstico.

Tuvo que ser en la playa de Valencia, en su hospital Clínic donde recibió los primeros papeles, con tres meses de existencia.

Yo lo veo venir con preguntas mayores, las del cuadrado de ocho. A su anuncio se me hizo posible concluir el soneto mayor del SER."


Y es que la historia viene de lejos. Cuando fui habitante de la Verea de Enmedio, en el Sacromonte de Granada, allá por los años 91-92, le mostré al sufí Omar, vecino en la cueva contigua a la mía, el poema 'somos seres solos'. Con la lucidez que da la práctica de la abstracción, me halagó con un reto: "Ahora sólo te falta descubrir el poema del Ser". La idea no dejó de inquietarme en los años posteriores, y en los doce últimos le he dedicado muchas horas dispersas en cuadernos.

Supongo que no es necesario explicar qué es un palíndromo. Yo que fui autor, con otros amigos del Diccionario de Palíndromas (1993) -y aún me andan buscando Albaigès y LLadó para Semagames (;-) pienso que la mejor definición la da la lengua galega: "se ver o revés", cuya traducción mejor es "severo revés" y no la que habitualmente se usa "sé verlas al revés".

Este misterioso poema tiene otras dos versiones, una de ellas sufí, que algún día espero mostrársela en la cueva a Omar. También lleva incorporado un guiño a Ignacio Gómez de Liaño, inquieto indagador de rimas perfectas y sentidos ocultos, y a Javier G. Semprún, descubridor de la magia de "ser tres".

[pica sobre la imagen del texto para ampliar]