abuelos y apellidos

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F y F



Franco y Felipe



Los abuelos Gregorio y Constantino con Sofía. Una escena de nombres griegos.



No es sencillo indagar en los orígenes, como tampoco es fácil recrear la propia vida. Debe haber algún principio de indeterminación que lo impide.

Cuando yo firmo algunas veces Franco Bastelo estoy usando -hasta cierto punto- un seudónimo del que nunca he dado cuenta. Quizás porque mi segundo apellido no añadía más al primero, un día decidí cambiarlo. Mañana traeré aquí el relato de aquel autobautismo [arriba está]. Pero hay que tener mucho cuidado cuando se empieza por mover los nombres.

Cuando nació Sofía también nos planteamos qué hacer con el orden de los apellidos, reconociendo que sólo se transmiten los paternos, y los maternos (que a su vez vienen de los paternos) se pierden. Alguien ha propuesto dejarlo a voluntad de los progenitores, pero no sé si eso traerá más confusión (al fin y al cabo las genealogías son parciales, pero al menos tienen un orden).

Si pudiera plantearse una revisión del sistema (ya que somos de los pocos países en que pervive una tradición de dos apellidos) ahí va una sugerencia:
· Que los varones hereden el orden actual (padre, madre) y las mujeres el inverso (madre, padre). De este modo quedaría constancia de las sagas de abuelas. Alguien podría objetar que finalmente, rastreando los orígenes, volverían a aparecer sólo los apellidos paternos actuales. Eso significa que quien quiera comenzar una saga femenina ha de iniciarse en el bautismo de un nombre propio que apellide y de cuenta de lo indeterminado, como a mí me pasó con Bastelo.

Pero queda abierta la sugerencia. Puede comentarse, objetarse, prosumirse.
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