azafrán de Villafranca

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Todos los años por estas fechas nos regala el otoño este despliegue de los colores púrpuras en la recogida del azafrán.

Es una suerte (así se llaman las pequeñas parcelas que estos días tras las lluvias de los santos florecen lilas) que nos nace espontáneamente en el pequeño huerto, cuya cosecha nos dura para el consumo del año y aún para regalar.

A este rito de la monda de la rosa del azafrán le acompañan olores que llenan la casa (sobre todo al tostarlo) y un clima propicio para transmitir historias.

Sofía (en la foto) lo hace desde que tenía dos años y en cierto modo esperamos cada año esta fiesta, que dura medio mes de Escorpio, cuando la tierra se ha quedado inerte y estas almas de difunto afloran como banderas tricolores anunciando que hay aromas naturales que son inciensos del ciclo de vida y muerte.

Al pequeño Gregorio David le habrá llegado ya una sensación de este aroma que día a día, mientras gana peso, sigue brotando de la entraña tierra. Y a la abuela Florencia, y al tío Gregorio, en sus cementerios rodeados de viñas, también.

2 comentarios:

Establo Pegaso dijo...

Sofía está preciosa.

Ana dijo...

Uoooooola chicos, acabo de ver vuestro blog y veo que habeis hecho también un huequito a mi pueblo y a la rosa del azafrán (eso me gusta). Veo que soy la última persona del universo que ha descubierto tu segunda maternidad Virgi y te doy la enhorabuena guapa. A ver si nos vemos por la lagunita este verano y conozco al peque. Un besito de la chica del chollo: MUACKSSSSSSSSSSS